31 de octubre de 2011

BUSCANDO LA FELICIDAD

    Uno de los grandes problemas que existe hoy en día entre la juventud es la no valoración de lo que uno tiene, de esta forma, siempre quieren más, más y más. El dinero se desperdicia continuamente en objetos innecesarios, siendo meros caprichos, en los que nunca se está conforme con lo que uno tiene.

   Hay personas que no son conscientes de su adicción a las compras compulsivas. Estas van más de una vez por semana ya sea por aburrimiento, para disminuir su estrés, o porque simplemente está lloviendo y hay que gastar. Es cierto que hay personas que se dirigen a las tiendas por necesidad, sin embargo, esta realidad cada vez es menor.

   Estuve trabajando en una tienda juvenil hace dos años en verano, concretamente durante el tiempo de rebajas. Todo era una locura, tanto los clientes, el horario, las prendas, y ni hablar del desorden del local. Muchas veces, daba igual ordenar un montón de ropa del suelo ya que al segundo, venía una clienta y te lo ponía todo “patas arriba”, entonces era cuando o la mirabas con cara de ¿perdón?, o te tragabas todo tu orgullo y volvías a colocarlo todo en su sitio.

   He de reconocer que durante esa estancia, mi armario aumentó considerablemente. Esto se debía a un cincuenta por ciento de descuento en toda la tienda. Nunca había hecho tanta compra en mi vida. Casi todos los días llegaba a casa con algo, ya fuera una camiseta, un fular, regalos para mis hermanas,… Sí, era una compradora compulsiva.

   Sin embargo, todo no fue todo tan divertido como parecía. Debido a mi horario de lunes a sábado, llegaba a mi casa, como muy pronto a las once y como muy tarde las doce de la noche. Todos los días me encontrara muy cansada y lo único que querría era dormir y que nadie me molestara. Esto provocó el desconocimiento de lo que ocurría a mí alrededor. Siempre me enteraba la última y tarde de alguna noticia familiar importante. Además, mi genio cada vez era mayor y me fui aislándome de mi familia. Al cabo de un tiempo, me di cuenta de la soledad que presentaba. Sentía una tristeza interior que me hacía sentirme la peor hija del mundo, veía que el comprar no me llenaba, que querría estar con mis hermanas pero había algo en mí que no me dejaba.

   Con el tiempo, me di cuenta que lo primero es la familia, no el dinero. El hombre hace del dinero un dios poderoso que le hace aislarse de los demás, de cómo el demonio le hace pensar que el problema no lo tienes tú sino el otro, por lo que uno no cambia de actitud. Los problemas se afrontan, no se solucionan comprando, ni te van a dar la felicidad.

   Por todo ello, creo que el hombre tiene que salir de ese círculo vicioso, romper esas barreras, dejar de ser tan materialista y centrarse en lo que de verdad importa, que son las personas. Hay que apreciar lo que uno tiene y sobre todo a quienes tienes a su alrededor, estableciendo un orden a los valores, ya que si no todo se desvirtúa todo.

   En definitiva, la felicidad no se puede comprar, ni se encuentra en lo material. La clave está en amar al prójimo como a uno mismo.

24 de octubre de 2011

ALCANZAR TU SUEÑO

Este poema lo leí hace unos diez años, y siempre me ha venido bien, ya sea en decaídas, como en momentos de alegrías. Hasta llegue a pegármelo en la puerta de uno de mis armarios. Para mí, sencillamente es único. 

 

El autor lo desconozco, he buscado en internet pero no lo encuentro. Es un poco largo, pero os aseguro que después de la lectura quedareís reconfortados.



Sé firme en tus actitudes y perseverante en tu ideal.

Pero sé paciente, no pretendiendo Que todo te llegue de inmediato.

Haz tiempo para todo, y todo. Lo que es tuyo, vendrá a tus manos, en el momento oportuno.
Aprende a esperar el momento exacto para recibir los beneficios que reclamas.

Espera con paciencia a que maduren los frutos, para poder apreciar debidamente su dulzura.

No seas esclavo del pasado y los recuerdos tristes.
No revuelvas una herida que está cicatrizada. No rememores dolores y sufrimientos antiguos.
¡Lo que pasó, pasó!

De ahora en adelante procura construir una vida nueva, dirigida hacia lo alto y camina hacia delante, sin mirar hacia atrás.

Haz como el sol que nace cada día, sin acordarse de la noche que pasó.

Sólo contempla la meta y no veas que tan difícil es alcanzarla.

No te detengas en lo malo que has hecho; camina en lo bueno que puedes hacer.
No te culpes por lo que hiciste, más bien decídete a cambiar.

No trates que otros cambien; sé tú el responsable de tu propia vida y trata de cambiar tú.
Deja que el amor te toque y no te defiendas de él.

Vive cada día, aprovecha el pasado para bien y deja que el futuro llegue a su tiempo.

No sufras por lo que viene, recuerda que "cada día tiene su propio afán".
Busca a alguien con quien compartir tus luchas hacia la libertad; una persona que te entienda, te apoye y te acompañe en ella. 

Si tu felicidad y tu vida dependen de otra persona, despréndete de ella y ámala, sin pedirle nada a cambio.
Aprende a mirarte con amor y respeto, piensa en ti como en algo precioso.
 
Desparrama en todas partes la alegría que hay dentro de ti.
Que tu alegría sea contagiosa y viva para expulsar la tristeza de todos los que te rodean.

La alegría es un rayo de luz que debe permanecer siempre encendido, iluminando todos nuestros actos y sirviendo de guía a todos los que se acercan a nosotros. 

Si en tu interior hay luz y dejas abiertas las ventanas de tu alma, por medio de la alegría, todos los que pasan por la calle en tinieblas, serán iluminados por tu luz.

Trabajo es sinónimo de nobleza. No desprecies el trabajo que te toca realizar en la vida.
El trabajo ennoblece a aquellos que lo realizan con entusiasmo y amor.

No existen trabajos humildes. Sólo se distinguen por ser bien o mal realizados.
Da valor a tu trabajo, cumpliéndolo con amor y cariño y así te valorarás a ti mismo.

Dios nos ha creado para realizar un sueño. Vivamos por él, intentemos alcanzarlo.

Pongamos la vida en ello y si nos damos cuenta que no podemos, quizás entonces necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas.
Así, con otro aspecto, con otras posibilidades y con la gracia de Dios, lo haremos.

No te des por vencido, piensa que si Dios te ha dado la vida, es porque sabe que tú puedes con ella.

El éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino. 

Tú y sólo tú escoges la manera en que vas a afectar el corazón de otros y esas decisiones son de lo que se trata la vida.

"Que este día sea el mejor de tu vida para alcanzar tus sueños".

4 de octubre de 2011

“DE LA VIDA SALVAJE A LA REALIDAD.”


       Mi nombre es Elena, nací un trece de julio en 1988 en Pamplona. Un acontecimiento en mi vida, único e irrepetible, que me marcó para toda mi vida es la experiencia de haber vivido seis años en África, exactamente en Camerún. Es una experiencia diferente a las que oímos hoy en día.

     La estancia allí se debe a la decisión de mis padres de entregar su vida a otras personas, irse de misión con sus ocho hijos, dejando atrás familiares, trabajo, comodidades,…

    Cuando llegamos por primera vez a Camerún estábamos seis hermanos, yo con tres añitos, era la penúltima hija. Éramos unos niños blancos entre tantas caras negras.

    Póngase en mi lugar, imagínese yo con tres años, sin tener gran idea de lo que ocurría, aparecí en un continente nunca oído para mí, con personas, lenguas, cultura, sociedad, ambiente… totalmente extraño ¡qué locura!

    Durante esta estancia no entendía muy bien cuál era la misión de mis padres, y más concretamente, qué hacía yo entre tanta pobreza, malestar, necesidades,… Mis peores momentos eran en la escuela. Por las mañanas iba a un colegio público, donde la lengua oficial era el francés, donde éramos los únicos “blancos” del centro, y donde se llevaba el “castigo físico y psicológico” en las aulas. A todo esto le añades que a la par teníamos que dar clases de español, para convalidar los estudios con los de España.

    Los profesores se reían de nosotros, porque decían que al pegarnos íbamos a estar rojos como el tomate. Cuando se hablaba de la historia de África nos echaba la culpa porque en el pasado, les habíamos esclavizado, maltratado,…

  Puedo decir que cuando intentaron transmitirme o enseñarme algo en la escuela, en Camerún, no aprendí mucho, incluso fui negada. Me encerré en mi misma, aislándome de los demás por miedo, mostrándome insegura, obteniendo bajas calificaciones. Intentaba siempre llamar lo menos posible la atención, pero era inevitable entre tantos negritos, era la mancha blanca en el negro, y hasta incluso, muchas veces éramos objeto de risas y humillaciones.

    Al llegar a España todo era diferente, las personas, las tecnologías, la civilización, la escuela ¡todo! ... Me sentía de nuevo diferente al resto, parecía yo ahora la mancha negra entre tanto blanco. Los estudios fueron cada vez peor, hasta el punto de repetir curso. Fue una lección en mi vida que me hizo cambiar, positivamente, en todos los aspectos de mi vida. Esto último me ayudó a ver que en la vida si no pones esfuerzo en algo, nadie lo va a hacer por ti. Fue entonces cuando comencé a ser libre, a sacar al exterior quien era y a demostrarme a mí misma sobre todo, lo que era capaz de hacer.

    Hoy en día puedo decir que sin ayuda de Dios, de mi familia, no hubiera podido llegar a donde estoy ahora. Pude terminar bachiller, soy Técnica en Educación Infantil y actualmente estoy realizando Magisterio Infantil en la Universidad de Navarra.

    Como se dice en la película de Forest Gum, “la vida es una caja de bombones”, en la que no sabes qué es lo que te vas a encontrar hasta que no los pruebas. Así es la vida, el hombre necesita equivocarse para poder rectificar. Los errores son lecciones en el futuro que te ayudan a madurar. Que un momento de dificultad, se puede convertir en una situación de esperanza, sabiendo que no estás solo, que además de tener a una familia que te va a querer tal y como eres, tienes a un ángel de la guarda que te protegerá en esta vida y en la de más allá.