21 de noviembre de 2011

ESPERANDO UN SOPLO DEL VIENTO

            
            Hoy en día la juventud está en crisis, muchos de ellos están perdidos, son como vagabundos sin dueño ni rumbo. Sin embargo, siempre están esperando el momento en el cual la vida les sorprenderá, una persona, una palabra, un abrazo.

            Ante una elección, el joven opta por lo más fácil, la que no requiera esfuerzo ni tiempo, porque no quiere pensar, porque el pensar agota y hasta incluso duele. De esta manera, nunca se da a conocer cómo es uno realmente. Se esconden tras las redes sociales con identidades falsas, creando unas personalidades increíbles, diferentes a las suyas, porque no se aceptan tal y como son. En el fondo, son personas que están deseando salir de ese cascarón, sin embargo, debido a la “crueldad” del exterior, se esconden tras capas y capas de mentiras.

            Muchas personas opinan que los jóvenes no piensan. En cierto modo, creo que es cierto porque deliberar requiere un esfuerzo, un tiempo y un sacrificio. Supone pararse a pensar sobre una elección a realizar. El no pensar significa no querer sufrir, no tener valentía ni espíritu de trabajo. De esta manera, muchos jóvenes realizan acciones insuficientes, vacías de valor y contenido y por lo tanto, no llegan a desarrollar todo el potencial que se podría obtener y que se esperaba de ellos. Por ejemplo, un universitario que copia en un examen, no podrá adquirir los conocimientos necesarios para poder llevarlo a la práctica, a la realidad. Se estará engañándo a sí mismo y al resto, sin importarle los demás. La gravedad del asunto aumenta cuando sus compañeros siguen su ejemplo. ¿Qué clase de profesionales tendríamos?

            Por lo tanto, el pensar genera problemas, ya que al hacerlo, uno se da cuenta de la realidad en la que vive, de cómo es él, de sus defectos, de sus errores. Se percata de la existencia del otro, de sus dificultades, pero por temor al otro no le dice la verdad. Esto es, no le ayuda a ver la realidad, porque es incapaz de padecer burlas, porque es más fácil quedarse callado y por lo tanto permanecer en la superficialidad.

De este modo, es como uno entra en un círculo vicioso que es difícil de salir, que está lleno de falsedad, en el que no saben que un error puede convertirse en un aprendizaje, que te puede ayudar a madurar. Esto lleva a muchos a desconectar de la realidad. Por ello, se encuentran en un continuo movimiento de actividades de ocio, porque si no hacen nada, se aburren y podrían ponerse a pensar, cosa que no desean. Estas personas no quieren tener momentos de silencio porque se sienten solos. Por eso, hay tanta juventud enganchada a los videojuegos, televisión, fiestas nocturnas acompañadas de alcohol, drogas y sexo. Esto ocurre porque sienten una soledad que les ahoga, que les hace entristecerse.

            También tienen miedo al compromiso, a atarse a alguien o a algo, porque si sucede, no podrán ser libres. Por ejemplo, en el noviazgo pasan años y años teniendo “un amor libre”, en el que parece que tengan miedo a amar, a sentirse amados y a aceptar a una persona para siempre.

Y me pregunto yo ¿Qué mejor que pasar el resto de tu vida con la persona que amas? ¿Somos casos perdidos? ¿Existe una solución? Creo que el primer paso para el cambio, es aceptarnos y aceptar al otro, dar ejemplo y sobre todo darles a los jóvenes la oportunidad de darse a conocer. Enseñarles desde la escuela a que tengan sus propios pensamientos. Nunca es tarde para pararse a pensar, a cambiar de camino, a saber rectificar, porque siempre se puede aprender.


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